Madrugando

 Uno se estrella cuando confía en la palabra ajena. Contando con que se cumpla lo acordado, uno sigue su promesa y se encuentran con el incumplimiento de la otra parte. Esto me genera mucha impotencia, el ver qué día a día lo único que da algo así como un buen fruto es la indiferencia, el ignorar, o bien ser un sirviente sin vida cuyo único propósito es el de acatar las órdenes o propuestas de otro. Así el daño se vuelve irreparable, el rencor y el odio comienzan a nacer, se nutren de cada momento negativo que se presenta. Ese rencor y odio que poco a poco van consumiendo tu forma de ser, eso que te distingue y te convierten en un cascarón vacío sin nada que ofrecer, te vuelve un autómata sin alma. Ese momento es precisamente....

Comentarios